Cafetín de Buenos Aires

Sobre tus mesas que nunca preguntan lloré una tarde el primer desengaño

Cafetín

Por los viejos cafetines siempre rondan los recuerdos de un país y de un amor.

Café la humedad

Café La Humedad, billar y reunión. Sábado con trampas.¡Qué linda función!

Café de barrio. Hoy SanTelmo

jueves, 20 de diciembre de 2012

En Brasil y Defensa, el Café Británico se erige indemne a pesar del paso deltiempo. Según reseña Patricio Escobar “
Desde la ventana se ve pasar a hombresenloquecidos bajo un ritmo supersónico, que viajan desesperados por las calles deBrasil y Defensa en busca de algún negocio, trabajo, amor o simplemente unrecuerdo. Es necesario cruzar el umbral, deslizarse por las puertas añejas del bar, para que el 2 x 4 nostálgico y seductor revolotee por las cabezas de aquellos que enese instante, dejan detrás su anonimato para atornillarse al Británico y descansar enfamilia”
.El bar mantiene un estilo propio, es una construcción de principios de siglo XXque permanece en el presente como una burbuja que resiste al paso del tiempo. Sinembargo no se conoce en detalle su origen,
"ni los dueños saben como comenzótodo"
comenta Carlos, empleado del Británico desde hace más de 17 años, ycontinúa diciendo:
"tenemos de referencia lo que la gente como cliente nos cuenta".
Se dice que fue allá por la década del 20, que en ese mismo edificiofuncionaba una pulpería con el nombre de "La Cosechera". Ésta fue punto de reunión y encuentro de ex combatientes Ingleses de la primera guerra mundial, alojados enla vieja casona de la avenida Garay, lo que hoy se conoce como el Hotel Savalía. Elbarrio por aquella época también contaba con "el conventillo de los ingleses", así sele decía a la construcción que se levantó por aquellos años en Bolívar y Caseros paraalbergar a los directivos de los Ferrocarriles del Sur, compañía del Reino Unido.Es por ello y gracias a la creatividad de su antiguo dueño, que la viejaCosechera se pasó a llamar Bar Británico.Su ubicación es casi estratégica, está rodeado de periódicos como Clarín,Crónica, Página 12, y además, se ve poblado de atelieres que hacen del lugar unencuentro de pintores, músicos, periodistas y escritores como Ernesto Sábato, queencontró parte de su inspiración de la novela Sobre Héroes y Tumbas " sentado en laintimidad del reservado, ese rinconcito que divide al bar en dos, pero sin hacerdistinción de clientes.Los dueños actuales, Miñones, Manolo y José, tres mozos provenientes deGalicia; tomaron el bar allá por los años ´60 y mantuvieron su estructura básica sinhacer ninguna reforma. Ello hace que al entrar se perciba esa "magia de lo antiguo".A lo largo del tiempo, el Británico se convirtió en un eterno testigo de lascambiantes épocas y modas de los argentinos. En los ´60 se vistió de fiesta y nodesentonaba para nada con la gran movida cultural. En sus mesas cobijaba aestudiantes de la Facultad de Bellas Artes (ubicada por aquellos años en la calleBrasil e Ingeniero Huergo). Fueron los chicos, que apasionados en las exposiciones yeventos culturales, agradecieron el permiso de los dueños y crearon el primer panelliterario del barrio. Pero no todo fue bellas artes, en la década del ´80 el bar chocó  con la tristeza del nacionalismo hueco de la Guerra de Malvinas en el momento que"alguien" rompió la vidriera de un piedrazo. Los propietarios del bar que no querían involucrarse en peleas nacionalistas cambiaron el nombre. Para sorpresa de todos lorebautizaron como "Tánico" con las mismas letras y logo pero sin el "Bri". Pasaronlos meses, la guerra, los años y el "Tánico" aun se mantenía, "hasta que un buendía" recuerda Carlos, "nos encontramos con la visita de un turista griego quepreguntó el por qué del cambio de nombre. Se le dio una respuesta que nocomprendió y luego nos comunicó que en su lengua esa palabra significa muerte.Enseguida se llamó al letrista y se dibujó el Bri faltante".Hoy aquel suceso se rememora con una sonrisa, una anécdota más entretantas de un bar histórico como el Británico en el que, a pesar del paso del tiempo,la canción sigue siendo la misma: Manolo transita el salón con una "Valle Viejo" ensu bandeja, detrás de él, Carlos "le baldea las patas al escabio". En sus mesas seencuentran los viejos amigos, músicos, escritores, estudiantes de periodismo,historia, psicología, todos comparten un momento; una eternidad. En el reservadouna chica escribe y mira por la ventana, cerca de ella una pareja se besa y, del otrolado de la vitrina, bajo el panel cultural, se encuentra la mesa de ajedrez atestadapor fanáticos que se pierden en su juego. Y todo transcurre con calma en unambiente característico del bar tradicional porteño.



La Coruña de Bolívar 982, Plaza Dorrego y Seddon en Defensa 1098 y695 respectivamente, junto al
Bar Sur de Estados Unidos 299, son los máscaracterísticos de esta parroquia.Por su parte,
el Bar El Federal , en Carlos Calvo al 599, recibe cálidamentecontingentes de turistas que buscan en sus mesas recuerdos de otros tiempos,como al que nos retrotraen las manos creadoras de Jorge Muscia, a través de susfileteados carteles.

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